miércoles, 10 de octubre de 2012

Sobre la marina mercante y la industria naval

Compartimos interesante nota de Emiliano Galli en LA NACION.

La peor contradicción en la que puede caer el proyecto de reactivación de la industria naval y la marina mercante es incurrir en una injusticia para hacer justicia.

Por un lado, el Gobierno apunta a saldar deudas con un sector olvidado que no declinó reclamar, desde hace más de una década, una nueva ley, y que se conformó con un gesto. En este sentido, la Subsecretaría de Puertos y Vías Navegables les entregó un proyecto de norma. El gesto, para hacer justicia, llegó.

Por otro lado, en ese período amplio de abandono, algunos empresarios buscaron en el exterior la pata clave: el financiamiento. Sin fondos para la prefinanciación, la industria naval nacional que pudo recurrir al exterior se capitalizó y salió adelante. En tanto, los armadores bucearon aguas parecidas para poder chartear buques.

Así las cosas, el proyecto oficial tiene una bisagra: propone el acceso a los beneficios fiscales para todos, pero financiamiento sólo para armadores que tengan una composición accionaria mayoritaria en manos argentinas (51%). Y los que no cumplan con esta pauta societaria y tengan mayoría extranjera en sus estatutos, gozarán de los incentivos impositivos siempre que reinviertan en el país parte de sus utilidades.

De esta manera, el desafío oficial es lograr "el justo medio", y un consenso necesario que por las repercusiones inmediatas parece complicado. Empresas como Maruba y Petrotank, ciento por ciento nacionales, respaldan el proyecto. Otras, con décadas de operaciones en el país -que tuvieron la posibilidad, y osadía, de fondearse en el exterior- creen que podrían generarse asimetrías competitivas si no se afina el lápiz para escribir la letra chica.

Dicho sea de paso, "el mundo se cae encima" de todos, no sólo del Gobierno. Y si las empresas argentinas de capitales extranjeros, como gusta llamarlas el secretario Guillermo Moreno, logran fondearse en el exterior, lo hacen también con el costo del riesgo país argentino: sus factores de competitividad se enturbian ante variables que están fuera del alcance de las propias empresas.

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