martes, 19 de febrero de 2013

Negocios, Lobby y Dragado

La arena se sigue acumulando y tapa hasta los mejores discursos

Por Emiliano Galli | LA NACION

sentado frente al máximo patriota de la industria argentina, el subsecretario de Puertos y Vías Navegables, Horacio Tettamanti, volvía a poner en escena su discurso nacionalista. En esta ocasión, le pedía a Guillermo Moreno su peronista intercesión para dragar el Martín García con dragas nacionales, cuya reparación y mantenimiento deberían hacerse en astilleros nacionales, como el suyo, en Mar del Plata. Tettamanti, de exitoso pasado empresario y endeble presente político, fue bien munido a la reunión: lo acompañó el histórico y coherente secretario general de los obreros navales, Cayo Ayala, que equivale a dos ases en las mangas de Tettamanti.




Poco importa que Juan Carlos Schmid, titular de los trabajadores del dragado, hubiera señalado que no hay dragas para tal faena. O que la draga Mendoza -reparada a duras penas en el astillero de Tettamanti- no haya podido cumplir con su trabajo en Mar del Plata.

Moreno lo miraba impertérito. Si algo tiene el último de los peronistas es un olfato indiscutible para advertir advenedizos. Lo tomó aparte a Ayala y le dijo: "¿Por qué tengo que defender a este pseudo empresario que viene [a la política] a hacer negocios?" Ayala quedó preocupado: su interlocutor tampoco parecía muy interesado en el edulcorado discurso de Tettamanti, cuya gestión no para de acumular traspiés. Sobretodo, luego del enfriamiento de su ambicioso plan para reactivar la industria naval y la marina mercante. Huérfano político. Tras reparar en la preocupación de Ayala, Moreno lo tranquilizó. "Yo te averiguo, Cayito. No te embalés mucho con estos muchachos". En política, esto se parece mucho a un principio de mano suelta.

Encima, el dragado de Mar del Plata quedó desierto. Mar del Plata es una de las calderas sociales argentinas con el umbral de tolerancia más bajo. Las autoridades pesqueras les dan sistemáticamente la espalda a una industria con pocos competidores en su ecuación comercial: exporta más del 90% de lo que produce. Ahora, las dragadoras también dejaron al puerto abandonado a la suerte de un bloque de hormigón arenado que con cada marea se consolida más.

Quienes conocen en Mar del Plata a Tettamanti dicen que un buen día se obsesionó con la política, con ser intendente "feliz". Son los mismos que señalan que habría enmendado el pliego -por el que nadie presentó ofertas- para que se drague también, por el mismo precio, su astillero. Con tanta arena, cada vez son menos barcos los que pueden entrar a repararse. Ni hablar los que pueden entrar a operar.

"Si en dos años no se hace nada, se acaba el puerto de Mar del Plata", señaló un práctico. La arena se sigue acumulando y tapa todos los discursos.

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